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NOTAS DE OPINIÓN

La retórica populista es un desafío dramático que sacude a la sociedad. ¿Por qué las verdades “a la carta” del populismo eclipsan la realidad?

La carencia de soluciones concretas y la falta de liderazgo evidencian un panorama desolador. 

Por Jorge Grispo (Abogado)

El libro «Desmuteados» de Valeria Groisman, aborda un interrogante de gran relevancia para ayudarnos a comprender la realidad política argentina: ¿Por qué las opiniones y creencias resuenan más fuerte que la verdad? La autora profundiza en los fundamentos de la post verdad, siempre útil dentro de un contexto electoral en el cual las emociones y las convicciones parecen tener más peso que los hechos y la opinión basada en certezas. Según Groisman, la verdad ha sido devaluada en nuestros días, y vivimos en una sociedad donde las palabras fluyen sin restricciones, donde estamos «desmuteados». La autora analiza la fabricación de enemigos ficticios que luego se utilizan como cimientos para actuar, generando una realidad distorsionada que adquiere credibilidad. Esta situación sumerge a la sociedad en un sombrío pantano de miseria, pobreza, inflación, inseguridad y falta de progreso 

En este contexto de “verdades a la carta”, como el aburrido soliloquio que nos regaló Cristina el pasado 25 de mayo, es importante analizar  datos concretos y verídicos. En las últimas elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del año 2021, realizadas durante la pandemia de COVID-19, se registró una participación electoral históricamente baja, con aproximadamente un 68% de asistencia. De un padrón electoral de 34 millones de ciudadanos habilitados para votar, solo alrededor de 23 millones ejercieron su derecho al sufragio. Estos votos se distribuyeron mayormente entre dos coaliciones políticas: Juntos por el Cambio, que obtuvo el 42,75% de los votos, y el Frente de Todos, que alcanzó el 34,56%. Estos son los datos reales y objetivos que reflejan la realidad de esa elección.

En el próximo proceso electoral, se prevé que se lleve a cabo la elección de presidente, vicepresidente, 130 diputados y 24 senadores nacionales. Según datos históricos, se estima que la concurrencia electoral supere el 70%. De acuerdo a las encuestas que circulan por la City Porteña, se conjetura que la coalición Juntos por el Cambio obtendría un porcentaje cercano al 28% en la suma de sus candidatos, seguidos por los Libertarios de Javier Milei, que ha llamado la atención, con un 25% de intención de voto. En tercer lugar se encuentra el debilitado Frente de Todos, aproximándose al 20%. Es importante tener en cuenta que los porcentajes mencionados son estimaciones preliminares respaldadas por varios encuestadores.

El próximo anuncio de la fórmula presidencial promete develar las sorpresas que han sido cuidadosamente planeadas como parte de la estrategia electoral del Frente de Todos, bajo el liderazgo de Cristina. Esta estrategia ha despertado intriga y preocupación, ya que parece estar dirigida exclusivamente a un grupo selecto de ciudadanos. Según estimaciones iniciales, este grupo podría estar conformado por alrededor de 7.600.000 argentinos dispuestos a respaldar el populismo. Esta cifra, aunque significativa, plantea interrogantes sobre la inclusividad y representatividad de las decisiones políticas en el país.

Sorprende aún la cantidad de votantes que el núcleo duro cristinista aún conserva, a pesar de la preocupante inflación descontrolada y el evidente naufragio del gobierno actual. Esto pone de manifiesto el poder e influencia que Cristina Kirchner sigue teniendo de manera sólida. Sin embargo, esta realidad plantea una tragedia para una gran parte de la población, mientras que para otros representa todo lo contrario. En medio de esta polarización, surge la pregunta sobre ¿dónde se encuentra la verdadera realidad?, en qué medida está influenciada por las creencias y qué impacto tiene en el bienestar de la sociedad en su conjunto.

Se plantean inquietudes sobre la esencia de su arraigo y el magnetismo que ejercen sobre una porción de la población. Resulta intrigante analizar cómo logran mantener su relevancia en medio de la adversidad. Efectivamente, la patria «planera» se convierte en un instrumento tan útil como engordar al Estado con su propia tropa. En este desolador escenario político, la preservación de intereses particulares, los beneficios y las prebendas se erigen como piezas clave en este juego de poder. Es alarmante cómo estos elementos influyen en la dinámica política, generando un panorama en el que la lealtad y los favores ocupan un lugar central, dejando de lado el bienestar y las verdaderas necesidades de la sociedad.

En el acto del pasado 25 de mayo, protagonizado por la «Reina Polenta», presenciamos tanto su ensalzamiento personal como la quimera revisionista que el kirchnerismo intenta difundir, atribuyéndose méritos sin poder justificar los altos niveles de inflación de tres dígitos, el crecimiento del narcotráfico y la alarmante situación de pobreza extrema que azota a un sector importante de la población. Las opiniones basadas en medias verdades y las creencias de que el pasado kirchnerista fue mejor resonaron en el soliloquio con mayor fuerza que la cruda realidad de un gobierno fracasado, como lo demuestra la impactante imagen del presidente autoexiliado, descendiendo del avión únicamente acompañado por un asistente que cargaba su «guitarra».

Durante el discurso de CFK, se hizo evidente el despliegue de una retórica repleta de «opiniones» y «creencias» que buscaban ocultar hábilmente las carencias notables y mantener un delicado equilibrio en una realidad cada vez más frágil y distante del ciudadano común. No obstante, a pesar de sus esfuerzos, resultó imposible ignorar la profunda división que sigue fracturando nuestra sociedad. Fue un momento desgarrador que dejó al descubierto el rotundo fracaso del gobierno encabezado por el presidente Alberto Fernández, a quien ella misma contribuyó a llevar al poder. Pero lo más preocupante de todo esto fue la carencia absoluta de soluciones concretas y propuestas sólidas para conducirnos hacia un futuro prometedor. El populismo, anhelado y ampliamente difundido en ciertos sectores de la población, parece desvanecerse ante la cruda realidad, sumergiéndonos en un desolador panorama de incertidumbre y estancamiento. 

Este evento dramático nos confronta con la urgente necesidad de enfrentar la realidad sin rodeos, superando las palabras vacías y las promesas incumplidas que tanto nos han afectado. La realidad política argentina nos desafía con su complejidad y polarización. Es fundamental cuestionar la manipulación de la narrativa y la prevalencia de opiniones sobre la verdad verificable. Las elecciones reflejan una sociedad dividida y en constante cambio, donde se requiere un compromiso con datos concretos y propuestas sólidas. Superar la polarización y construir un futuro prometedor exige diálogo, respeto y un enfoque en el bien común. Solo así podremos enfrentar los desafíos actuales y encontrar soluciones efectivas para el bienestar de todos los ciudadanos argentinos. En palabras de Francis Bacon: “El entendimiento humano no está hecho de luz pura, sino que está sometido a las influencias de la voluntad y las emociones, hecho que origina saberes ilusorios, el hombre prefiere creer lo que quiere que sea verdadero”.

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