Por Jorge Grispo
La actualidad política de la presidenta puede ser explicada por medio de la Paradoja del gato de Schrödinger, un experimento mental propuesto por el físico Erwin Schrödinger en 1935, que ilustra los conceptos fundamentales de la mecánica cuántica y las propiedades contradictorias de la realidad subatómica. En esta paradoja, se plantea una caja cerrada que contiene un gato, un frasco de veneno y un dispositivo que, al activarse, liberaría el veneno y mataría al gato. Según la mecánica cuántica, hasta que se abra la caja y se observe, el gato se encuentra en un estado superpuesto: simultáneamente vivo y muerto. La paradoja se deriva de la interpretación de la mecánica cuántica, que postula que una partícula puede existir en múltiples estados hasta que se realiza una medición y se “colapsa” en un estado definido. La única forma de conocer el estado del gato (vivo o muerto) es abriendo la caja y observándolo, lo cual determina su estado definitivo.
Trasladando lo anterior a la situación política actual de CFK, se puede establecer un análisis interesante. Al igual que en la paradoja de Schrödinger, la figura política de Cristina puede ser vista en dos estados aparentemente contradictorios y superpuestos: una líder política influyente o una figura controvertida y decadente. Para algunos, Cristina es vista como una líder política carismática, que ha ganado elecciones, implementando políticas que han sido populares entre ciertos sectores de la sociedad. Sin embargo, para otros, es una figura polarizante y cuestionada debido a acusaciones de corrupción y abuso de poder durante su mandato. Como sucede con el “gato” del ejemplo, la única manera de conocer su “estado” será al momento de abrir las urnas. Pero, ese es el dilema de CFK, ese resultado nos puede revelar algo diferente a la opción de la Paradoja del gato de Schrödinger.
Como sabemos, la percepción de Cristina Fernández de Kirchner varía según la perspectiva del observador y la información disponible. Al abrir «la caja» de su figura política y analizarla en detalle, se obtendrán diferentes interpretaciones y opiniones sobre su papel en la política argentina. En última instancia, la metáfora de la paradoja del gato de Schrödinger aplicada a la situación política de Cristina resalta la naturaleza compleja y multifacética de la septuagenaria vicepresidenta. La realidad política no es una entidad absoluta y estática, sino que está sujeta a múltiples interpretaciones y evaluaciones que dependen de diversos factores, como la ideología, los intereses y las percepciones de cada individuo. Por cierto CFK nos es ajena a las consecuencias de un dólar que ya superó la barrera psicológica de los $ 500, ni a los devastadores efectos de una inflación que sigue sin dar respiro a los votantes, conforme se dio a conocer el pasado jueves
A partir de la controvertida «inauguración» del Gasoducto de la «Grieta», Cristina se embarcó en una estrategia polarizadora con Mauricio Macri, desplegando una maniobra desesperada para no sucumbir en el abismo del olvido y ser apartada del escenario político previo a las PASO. Desde aquel momento, ha desplegado su naturaleza twittera al consagrar varios mensajes dirigidos a su archirrival político, incluso cruzando los límites de lo apropiado al proferir comentarios sobre la madre del exmandatario. Sin duda, habrá otros pronunciamientos y quizás alguna aparición pública. Parece evidente que no hay límites que no esté dispuesta a transgredir para mantenerse en el epicentro de la atención mediática. Sin embargo, la verdad ineludible es que estas elecciones muy probablemente marquen el ocaso político de la vicepresidenta septuagenaria.
La apertura de la caja, planteada por analogía a la famosa paradoja del gato de Schrödinger, encuentra su equivalencia en el momento en que se abren las urnas y se decida quién será el próximo presidente. Sin embargo, en este caso en particular, se presenta una complejidad adicional. CFK ha intentado situarse simultáneamente dentro y fuera de la «caja». Resulta evidente que no pudo impulsar a «Wado» como candidato presidencial, dejando que dicho puesto fuera ocupado por Sergio Massa. Es en este acto de «dejar» que encontramos el punto de partida para comprender la paradoja que envuelve a Cristina. Algunos sostienen que no tuvo más alternativa, mientras que otros argumentan que fue el «amotinado» Alberto quien ganó la pulseada interna, y otros afirman que Massa se impuso por sí mismo. Seguramente hubo un poco de todo.
La situación política de Cristina Fernández de Kirchner, revela la complejidad y ambigüedad de su posición actual. Al igual que el gato de Schrödinger, que puede encontrarse simultáneamente vivo y muerto, CFK ha tratado de mantenerse tanto dentro como fuera de la «caja» política, lo que ha generado diversas interpretaciones y opiniones acerca de su papel actual. No obstante, al no posicionarse claramente en ninguno de los lados, está comprometiendo su futuro como “lideresa”, actuando como su propio verdugo. Sí Unidos por la Patria obtiene un tercer lugar en las elecciones, significaría una catástrofe para todo el arco político al que pertenece y sería todo un desafío para el debilitado presidente que CFK colocó en el sillón de Rivadavia mediante un tweet, llegar hasta el 10 de diciembre próximo. En caso de obtener el segundo lugar y encarar la contienda definitiva en octubre, todo el peronismo se verá obligado a alinearse detrás de Sergio Massa, relegando a CFK a un segundo plano no por elección propia, sino por las circunstancias. Sin embargo, si Massa resultara elegido presidente de la nación, por esas ironías del destino, CFK sabe mejor que nadie que su carrera política llegaría a su fin.
La incertidumbre y el juego de fuerzas en el panorama político actual hacen que el futuro de Cristina Fernández de Kirchner sea incierto y que su destino político esté en un estado de ambigüedad similar al del gato de Schrödinger en la famosa paradoja. Es evidente que CFK, quien ahora se encuentra en la séptima década de su vida, ha comenzado a experimentar un declive en su influencia y poder. La presencia de Sergio Massa como candidato, a pesar de la poca relevancia de Grabois como competidor interno (a quien sumaron con el único propósito de contener a los descontentos con la candidatura presidencial del actual Ministro de Economía), confirma una notable pérdida de poder por parte de CFK. Su intento por no convertirse en la «mariscal» de otra derrota ha llevado a ceder un espacio de poder que será muy difícil de recuperar en el futuro.
Esta afirmación se basa en la idea de que la aparición de un candidato como Massa, que representa una alternativa dentro del espacio oficialista, demuestra que Cristina Fernández de Kirchner ha perdido “el dedo mágico”. Al evitar convertirse en la figura principal en una eventual derrota electoral, ha optado por ceder parte de su poder a otros actores políticos. Este análisis implica que CFK reconoce la necesidad de adaptarse a las nuevas circunstancias políticas y evitar una derrota que podría debilitar aún más su posición. Sin embargo, al hacerlo, está sacrificando una porción significativa de su poder político, lo cual será difícil de recuperar en el futuro, por más que intente conchabarse junto a todo su séquito en la empobrecida Provincia de Buenos Aires.
¿Podrá Cristina Fernández de Kirchner desafiar la paradoja política y recuperar el poder perdido, o su camino hacia la decadencia es irreversible? La respuesta a este interrogante se revelará en las urnas, donde se conocerá la voluntad popular y su impacto en el futuro político.