La ideología nos ha arrebatado el concepto sagrado de «verdad», dejándonos atrapados en una sociedad donde hasta lo más obvio y evidente se ve envuelto en interminables debates.
Por Jorge Grispo
La película «Kramer vs. Kramer» es una metáfora poderosa para destacar el enfrentamiento y la polarización que se vive desde hace tiempo en la política argentina. Al igual que en el film, donde los protagonistas se ven envueltos en una batalla legal y emocional por la custodia de su hijo, la sociedad está inmersa en una lucha política y social intensa entre dos diferentes modelos de país, con posibilidades electorales, representados por «Cristina y Macri». Este enfrentamiento no se limita a un mero debate de ideas, trasciende a un nivel personal e ideológico, generando divisiones profundas en la sociedad. Es una metáfora poderosa para ilustrar la tensión y los conflictos que se desarrollan en el escenario político argentino.
La dicotomía Cristina vs. Macri nos plantea así un interrogante que demanda un exhaustivo análisis de la realidad argentina en el contexto electoral actual, a medida que nos acercamos a la contienda final que decidirá al futuro presidente de la nación. En este escenario, los modelos de país representados por los ex presidentes se revelan como polos diametralmente opuestos. En este enconado debate ideológico, con sus matices y considerando su limitada trayectoria política, la figura de Milei se acerca más al pensamiento encarnado por Macri. Esta dinámica ha sumido a la sociedad en una triste realidad, agravada incluso por el padecimiento del peor gobierno que hemos experimentado en democracia, encabezado por un Alberto Fernández quien ha perdido su claridad y presencia en el ejercicio del poder.
Esa disputa ideológica, es de tal gravedad que nos ha arrebatado, incluso, el concepto sagrado de la «verdad», dejándonos atrapados en una sociedad donde hasta lo más obvio y evidente se ve envuelto en interminables debates. Nuestro país ha caído preso de un dramático espectáculo, donde la claridad y la certeza son cuestionadas hasta la agonía, y donde la verdad se desvanece en medio de un torbellino de discusiones interminables. Nos hemos convertido en marionetas en manos de ideologías enemistadas, condenados a vivir en un teatro trágico donde la realidad misma se encuentra en peligro de ser distorsionada y manipulada. ¿Hasta cuándo seremos testigos de esta lucha absurda que ha consumido los pilares más sólidos de nuestra existencia? Las próximas elecciones podrán darnos una respuesta más clara, una vez que la sociedad haya optado por un modelo y otro de país.
El kirchnerismo y el macrismo representan dos formas de gobernar con enfoques políticos, económicos y sociales distintos. Durante el gobierno kirchnerista, liderado por Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, se promovieron políticas de corte nacionalista y populista. Se implementaron medidas que buscaban fortalecer la intervención del Estado en la economía, la redistribución de la riqueza y la inclusión social. Por otro lado, el macrismo, liderado por Mauricio Macri, se caracterizó por promover un enfoque más liberal en materia económica. Durante su gobierno, se implementaron políticas de apertura al mercado y se buscó atraer inversiones extranjeras. Se llevaron a cabo reformas estructurales en áreas como la energía, la infraestructura y el sistema previsional. El macrismo buscó reducir el tamaño del Estado, promover la competitividad y mejorar el clima de negocios.
Nos encontramos a 35 días de una fecha trascendental en el calendario electoral de nuestra nación: las PASO, que se llevarán a cabo el próximo 13 de agosto, de acuerdo con el cronograma electoral establecido para este año. Las PASO marcarán el inicio de un periodo de 70 días que separa dichas elecciones de la primera vuelta, programada para el 22 de octubre. Durante este tiempo, el gobierno actual se enfrenta al desafío de obtener un resultado satisfactorio en las PASO, ya que el transcurso hasta el 22 de octubre podría resultar interminable si no se alcanza un resultado favorable. Es importante destacar que los temas y el contexto político a debatir en los próximos 35 días diferirán considerablemente de los que se discutirán en los segundos 70 días, ya que las PASO y la primera vuelta son dos elecciones muy diferentes entre sí, sin continuidad directa.
En el trasfondo de esta apasionada discusión, se perfilan los modelos contrapuestos que están en constante debate: el imperio del gobierno que todo lo puede versus un estado de “derecha”. Representan dos concepciones antagónicas sobre cómo se debe gobernar un país y cómo se deben tomar las decisiones que afectan la vida de millones de personas. El modelo “populista” propone un Estado fuerte e intervencionista, donde se concentre el poder y se promuevan políticas redistributivas, mientras que el pragmatismo de la “derecha” apuesta por un Estado más limitado, con mayor apertura económica y énfasis en la iniciativa privada.
Es fundamental que, como sociedad, reflexionemos sobre estas opciones y analicemos las propuestas que nos presentan los candidatos. Más allá de las emociones y las lealtades partidarias, debemos evaluar de manera objetiva qué modelo de país queremos y cuál es el candidato más viable para lograrlo. Es necesario mirar más allá de las figuras políticas y enfocarnos en las ideas y las propuestas concretas que se presentan, evaluando su viabilidad, coherencia y capacidad de implementación. También es importante recordar que el poder no debe estar concentrado en manos de un solo individuo, sino que debe ser ejercido de manera equilibrada y respetando los controles y contrapesos propios de un sistema democrático.
La brecha entre los dirigentes políticos y el pueblo argentino es hoy más evidente que nunca. Muchos ciudadanos se sienten alejados de las decisiones políticas y consideran que los políticos no representan sus intereses ni escuchan sus demandas. Esta desconexión entre dirigentes y ciudadanos es una de las principales causas de la polarización y la confrontación que se vive en la sociedad argentina.
La película «Cristina vs. Macri» nos muestra la intensa batalla que se vive en la realidad argentina, donde dos modelos de país opuestos se enfrentan en una lucha política y social. Más allá de las diferencias personales e ideológicas, es fundamental que como sociedad analicemos las propuestas concretas que se presentan y evaluemos cuál es el modelo de país que queremos.
Es necesario superar la brecha existente entre los dirigentes y el pueblo argentino, promoviendo un diálogo genuino y constructivo que permita encontrar soluciones comunes. La elección de nuestras próximas autoridades marcará un nuevo rumbo en el destino de nuestra nación, y es responsabilidad de todos los ciudadanos participar activamente en este proceso democrático para construir un futuro mejor para todos.